Retos de las comercializadoras de energía en 2023
En un sector tan convulso como el energético, más si cabe en este último año, destacamos en el informe “Retos de las comercializadoras” los desafíos recientes y los que continuarán en primera línea durante este año.
Situación actual del mercado energético en España
2022 comenzó con la mirada puesta en el alza de precios, inédita hasta la fecha. Unos precios disparados y sin freno, a los que se sumó la incertidumbre de suministro en Europa cuando en febrero estalló la guerra de Ucrania, mostrando el peor escenario para una industria ya de por sí compleja e incierta en la gestión de sus riesgos.
Las comercializadoras ven desplomarse sus márgenes y revisan, entre otros, los mecanismos de cobertura disponibles, aplicando siempre que pueden cambios contractuales que les permitan indexar los precios de sus clientes a los mercados spot, apartándose de los precios fijados tiempo atrás cuando la situación actual era imprevisible.
Esta situación arrastra también a aquellas comercializadoras menos estrictas en sus procedimientos o más proclives a arriesgar en sus negocios, con coberturas mejorables, que no ven forma de hacer frente a una situación cada vez más complicada, y que hacen del 2022 el año que más comercializadoras tuvieron que parar sus operaciones por motivos económicos, tanto de gas como de electricidad según datos de la CNMC:
Las comercializadoras y consumidores directos del mercado se enfrentan a una escalada nunca antes vista de las garantías, como consecuencia del incremento de precios. De modo que lanzar una comercializadora hoy en día se convierte en un lujo solo para los más preparados.
Dificultades a las que se enfrentan las comercializadoras de energía en 2023
Los algoritmos de previsión, ya sean de demanda -corto y largo plazo- o de precios -gas y electricidad- se hacen ahora más imprescindibles que nunca, bien para ajustar contratos de aprovisionamiento, bien para negociar otros nuevos en condiciones que garanticen una mínima estabilidad financiera.
A esto, durante el último trimestre de 2022, hay que sumar una llegada tardía del invierno, que deja los almacenamientos llenos y los metaneros sin rumbo cierto donde descargar el gas, lo cual produce un gran desequilibrio entre oferta y demanda.
Al mismo tiempo, muchos clientes industriales, ahogados por la situación, se ven obligados a parar sus plantas o romper sus contratos de suministro -que no siempre es posible-, a la vez que el cliente residencial emprende una huida en masa a las tarifas reguladas, invirtiendo la curva de liberalización del mercado en la que tanto estaba costando avanzar.
Los márgenes de la comercialización de energía -ya exiguos de por sí- caen estrepitosamente -los impagos no ayudan-, a la vez que desde la administración se definen ciertas medidas -bono social eléctrico y térmico, apoyos fiscales, tope del gas,… – para aliviar mínimamente la asfixia energética del consumidor, adoptando medidas de eficiencia y ahorro, fomentando las energías renovables y tratando de reforzar la capacidad industrial.
Y en este entorno, las comercializadoras continúan con los retos propios de su actividad, viéndose obligadas al lanzamiento de productos que les den viabilidad económica, cada vez más sofisticados y con un time to market más ajustado que les diferencie de su competencia. En esta línea se enmarcan las nuevas ofertas que impulsan los PPAs, tejados solares, el autoconsumo y las todavía incipientes comunidades energéticas.
Otro perjuicio que no puede ser obviado es el declive reputacional de estas compañías, que en su afán por ganar cuota acosan al potencial cliente más allá de lo socialmente admitido, creando una reacción adversa y dificultando aún más la actividad de sus canales. En la siguiente imagen puede observarse el incremento de insatisfacción con los servicios energéticos en 2022 respecto al año anterior.
En torno a todo esto, un baile de rotaciones entre compañías, a todos los niveles, a causa de la falta de entusiasmo entre los trabajadores del sector, que se sienten cada vez más presionados por los resultados, con menos libertad de actuación, y con falta de incremento de valor en mercado en su desempeño diario, lo cual les empuja a una actitud poco proactiva en su actividad diaria, o a buscar vacantes en un mercado en el que, dependiendo de los niveles, los salarios no son altos, y el nivel de especialización mejorable.
El principal aliado de las comercializadoras: la digitalización
En contraposición a todo esto, y como medida sanadora, continúa avanzando -aunque con presupuestos mucho más ajustados- el movimiento de digitalización comenzado hace ya más de una década, con planes de automatización de los procesos más críticos y externalización de aquellos que no aportan valor, sustituyendo desarrollos a medida por suscripciones a servicios, y tratando de preservar el conocimiento interno para que, cada uno desde su posición, contribuya a definir la estrategia de la compañía, identificar aspectos que permitan mejorar la oferta, incrementar márgenes o reducir costes de operación, poniendo al empleado por encima de los procesos o la tecnología.
En una situación de mercado como la actual, es necesario reinventarse y actuar. Una compañía transformada digitalmente, será capaz de digerir aquello sobre lo que no puede influir, pero, sobre todo, tendrá la fortaleza interna y la claridad de ideas para imponerse al entorno y acelerar su crecimiento: automatización de la operación, adopción de la tecnología en todos sus procesos, e innovación tanto en la gestión como en la creación de nuevos negocios. Un cambio de mentalidad para dar paso a compañías dirigidas no a partir de intuiciones, sino de datos.
No olvidemos que los tiempos adversos son momentos de grandes oportunidades para quien sabe aprovecharlas.
El informe “Retos de las comercializadoras” identifica y desarrolla los 12 retos que dentro del sector se han definido como los más importantes en 2023, dentro de 4 ámbitos:
- Volatilidad del mercado.
- Finanzas y tesorería.
- Competitividad comercial.
- Transformación digital.
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